Una semana de tu vida en Bélgica (Parte I)

Datos prácticos de la Ruta por Bélgica en coche
Duración: 7 días.
Fecha: 25 al 31 de marzo de 2013. Semana Santa.
Ciudades visitadas: Bruselas, Amberes, Gantes, Brujas, Ostende, Dinant, Lovaina
Vuelo: Iberia 
Hoteles: NH Atlanta (Bruselas); Bed and Breakfast Yellow Submarine (Amberes), Relais Bourgondisch Cruyce Hotel (Brujas) y el Golden Tulip Brussels Airport (Bruselas).

Bélgica no es muy grande y eso permite ver bastante en una semana pero sin duda merece mucho más tiempo si queremos disfrutar de todo lo que puede ofrecer el país. Y es que todo merece la pena, su paisaje increíble, sus bellas y espectaculares ciudades, sus buenas carreteras, y por supuesto, sus cervezas, chocolates y mejillones con patatas fritas, sin olvidar, las buenísimas galletas speculoos.

Bruselas 25 y 26 de marzo

Nuestro viaje comenzó en Bruselas. Dedicamos a la capital belga el día de llegada y el día siguiente al completo. Es verdad que no es mucho tiempo para una ciudad como esta pero pudimos ver lo que más nos apetecía. Yo nací y viví hasta los 5 años en Bruselas y tras acabar la carrera estuve allí otros 6 meses, por lo que sabía que quería compartir con el salmantino que me acompaña en los viajes y en la vida.

Al alojarnos cerca del centro pudimos acercarnos a la impresionante Gran Plaza dando un agradable paseo. Los edificios que la rodean son impresionantes así que no puedes evitar hacerles fotos y admirarlos uno a uno.



Tras dar una vuelta por la plaza, no muy lejos, encontramos la famosa estatuilla del “Maneken Pis” ya sabéis, en homenaje a ese niño que, según cuenta la leyenda, apagó un gran incendio con su orina. Independientemente de la credibilidad que le des a la historia es todo un icono de la ciudad y además, justo enfrente puedes encontrar un típico puesto donde comerte un estupendo gofre con chocolate Nutella.

De nuevo en la Gran Plaza y tras hacer unas fotos más, decidimos entrar en el bar “Roy d'Espagne” uno de los más típicos de la capital belga y con mucha solera. Si te gusta la cerveza o simplemente por el placer de disfrutar de lo pintoresco que es el bar, merece la pena entrar. Yo descubrí la cerveza con sabor a frambuesa (Kriek) y la acompañamos con un estupendo plato de queso y salchichón. Aunque parezca mentira nos quedó espacio suficiente para ir a cenar el plato típico del país, “moules avec des frites”. Qué queréis que os diga, yo he crecido con estos platos así que me encantan. Ahora sí, satisfechos nos fuimos para el hotel, dando otro agradable paseo.

Al día siguiente nuestra primera parada fue el Museo del Comic, también muy cerca del hotel para encontrarnos con ídolos de nuestra infancia como Tintín, Lucky Luke, los pitufos o Asterix. Yo debo reconocer que soy más de las aventuras de Asterix y Obelix que de las de Tintín. En todo caso, el museo merece mucho la pena porque te encuentras con personajes míticos del tebeo belga, te ofrece varios tipos de tours para escoger y, en definitiva, te permite disfrutar como un niño. Nosotros lo hicimos, no podemos negarlo.

De ahí, seguimos paseando para visitar la Catedral de San Miguel y, también andando, el Palacio Real. Sólo lo vimos por fuera, nuestra agenda era algo apretada, pero paseamos por el gran parque que hay enfrente y de ahí, en metro, nos fuimos a otro de los iconos del país, el Atomiun situado a las afueras de la ciudad.  

El Atomium acoge exposiciones permanentes y temporales, así que siempre hay una buena excusa para acercarte hasta aquí y el premio final es disfrutar de una de las mejores vistas de la ciudad y comer en su restaurante, situado en la esfera más alta. 

Tras la estupenda comida nos dirigimos, de nuevo en metro, al centro para pasear por sus calles y terminar, una noche más en la Gran Plaza. Cerca de allí se encuentra otro punto de interés que no debe faltar en la lista de imprescindibles de cualquier visita a Bruselas, se trata de la cervecería “Delirium Café”. Miles de tipos de cerveza te esperan por lo que tomar una decisión no es nada fácil. En esta ocasión me decidí por una cerveza de cereza y me gustó tanto que la fui pidiendo durante todo el viaje. Para mí fue todo un descubrimiento.

No se nos debe olvidar que frente a esta cervecería está la réplica femenina del “Maneken Pis”, se trata de la estatuilla llamada “Jeanneke Pis”. La verdad es que se nota que no le tienen tanta estima a esta figurita como al pequeño Maneken. Da un poco de pena verla tras una reja y sin tanto protagonismo.

Seguimos nuestro paseo por las calles de alrededor de la plaza y nos dejamos seducir por uno de los típicos restaurantes, en este caso era inmenso, para comernos otro plato de mejillones pero en este caso al vino blanco. De ahí al hotel. Al día siguiente salíamos hacia Amberes pero ese es otro post...


Enlaces de interés:
Delirium Café

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Comentarios

  1. Muchas gracias por recordar vuestra ruta en Bruselas, con todo aquello que no puede perderse en estancia en la ciudad

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    1. Muchas gracias a vosotros por el comentario. Es un placer recibirlo de vosotros.

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