Gruyeres, el encanto concentrado



Es difícil (puede que no imposible, pero sí muy difícil) encontrar un lugar tan pequeño que tenga tantos atractivos y reciba tantos visitantes. Con apenas 2000 habitantes, Gruyeres es una auténtica joya en el centro de Suiza. Accesible desde muchos puntos, es parada obligada para la mayoría. El porqué es bastante simple. Además de su fantástico castillo, la gastronomía, con el popular queso Gruyeres y sus deliciosas raclettes te conquistarán. Bienvenido a Gruyeres.



Gruyeres está en Suiza, muy cerca del lago Ginebra, a medio camino entre Montreux y Friburgo y además de su casco histórico, al estar también cerca de los Alpes, cuenta con unos paisajes dignos de ser contemplados. Si viajes desde España el aeropuerto más cercano con conexiones a nuestro país es el de Berna, pero sólo podrás ir desde Palma de Mallorca, así que lo normal suele ser volar a Ginebra, que sí que cuenta con conexiones a varios aeropuertos nacionales. En Suiza, dependiendo de la parte en la que te encuentres, se habla francés, alemán e incluso italiano. En esta zona del país la mayoría es francoparlante. Gruyeres empieza a disfrutarse desde fuera. La aproximación deja ya imágenes para la postal.




Abajo, en el aparcamiento, coincidirás con todos los autobuses de turistas que ese día visitan este pueblo que puede llegar a parecer fabricado o creado para un parque de atracciones. Diferentes acentos para invadir un lugar en el que apenas residen unos 2.000 privilegiados. En Gruyeres hay dos cosas perfectas para hacer. Una es comer. El queso que lleva el nombre del pueblo tiene fama mundial, pero nosotros recomendamos que te sientes en la idílica Rue du Bourg, la calle principal, a comer una raclette, un popular plato a base, como no, de queso; o una fondue, plato nacional suizo de fama mundial. Mira a tu alrededor y observa la gran cantidad de sitios en los que puedes sentarte a comer y su sensacional entorno.



Si sigues hasta el final de esa misma calle encontrarás el símbolo de Gruyeres, su castillo. Puedes visitar el interior por 10 francos suizos (hay precios menores para jóvenes, jubilados…). El castillo comenzó a construirse en el siglo XI y puede que desde la calle no llame especialmente la atención por su tamaño, pero créenos, merece mucho la pena.



El castillo es recomendable por dos razones. Una, sus salas, que nos permiten estudiar la evolución de la arquitectura y la historia en este punto a lo largo de los diferentes siglos. Y otra, sus vistas. Como ya hemos dicho estamos en una zona bastante cercana a los Alpes y con un verde intensísimo en los campos. Recuerdo que cuando estuvimos se aproximaba una tormenta y la vista conjunta de todas estas cosas era preciosa. También desde alguna de sus ventanas se puede ver la iglesia de Saint Théodule, muy cercana. Es la que te mostramos en la foto.



Y si aún necesitáis razones para la visita, aquí va una muy curiosa. En Gruyeres, un sitio tan pequeño, se ubica el museo de H.R. Giger. ¿Qué quién es? Pues ni más ni menos que quién dio forma al monstruo de la película “Alien”. Hizo muchos más así, por lo que en un entorno tan idílico como este, es fácil encontrar por las calles criaturas que pueden asustarnos un poco o retrotraernos a la película. Giger tiene aquí su propio museo.



Visitar Gruyeres específicamente, sin nada más, puede ser excesivo, pero obviarlo si está cerca de tu ruta, eso sí que sin duda es excesivo. Esperemos haberos ayudado. Por si necesitáis más datos…




Recordad, como siempre, que podéis visitar nuestro Pinterest o pinchar en las fotos para verlas más grandes.

Comentarios