Descubrir Toulouse, el placer de lo inesperado



Toulouse es una de esas ciudades que no suena tanto en el mundo turístico como lo hacen otras muchas. Y una vez que estás allí no acabas de entender el porqué. Situada en un lugar estratégico, muy cerca de la frontera con España, es puerta de entrada a regiones tan bellas como las de los Pirineos, Normandía, Aquitania o la mismísima Provenza. Puede que por eso el visitante a veces la confunda con un simple lugar de paso. Pero esta urbe de medio millón de habitantes atesora una gran historia y una belleza que te gana poco a poco. Un paseo por su casco histórico y por la orilla del río Garona hace que acabes lamentando estar sólo un día, que es lo que nos pasó a nosotros. Así pues, valga este post para reivindicar una ciudad, que aunque sólo sea por cercanía no te puedes perder y valga también para avisar de que no debes ir con el tiempo justo. Repasa con nosotros qué ver en Toulouse y conoce sus mejores secretos. Bienvenidos a la “ciudad rosa”.




Llegar a Toulouse es facilísimo. Por carretera Barcelona dista tan sólo 400 kilómetros, en tren se puede llegar en AVE desde nuestro país, un medio que luego nos conecta con otros muchos lugares de Francia y en avión varias ciudades españolas cuentan con vuelos directos al modernísimo aeropuerto de Blagnac, a unos 20 minutos del centro de Toulouse. Allí los autobuses conectan con el centro cada poco tiempo y los billetes se compran en un puesto junto a la parada, que se ubica a la salida de la terminal. El autobús tiene varias paradas en la ciudad. Toulouse es una ciudad grande, pero su centro histórico, que concentra gran parte de sus lugares de interés es fácil de recorrer a pie, por lo que si os alojáis en un lugar céntrico no necesitaréis de transporte público. En nuestro caso el elegido fue el hotel Ours Blanc-Wilson, en la calle Victor Hugo, junto al parque Pierre Goudouli, un lugar fantástico para empezar un recorrido a pie. Si estáis en la zona no dejéis de probar el ambiente del animadísimo mercado de Victor Hugo, ideal para los aperitivos y las comidas, ya que todo el piso de arriba está repleto de restaurantes con platos geniales a precios muy asequibles.


Ya con el estómago lleno comenzaremos nuestro paseo precisamente por el parque Pierre Goudouli, una plaza con forma de círculo en la que confluyen hasta seis calles y que en verano saca sus terrazas para disfrutar de un aperitivo o un helado. Hay cines, terrazas y durante todo el año mucho ambiente gracias a los estudiantes. Estamos en la plaza del Presidente Thomas Wilson, y en el centro descubrimos la fuente al poeta Pèire Godolin. También hay un carrusel para los más pequeños. Por eso este sitio siempre está lleno.


A tiro de piedra está el lugar más buscado y fotografiado de la ciudad. La Plaza del Capitolio. Sorprende su tamaño, enorme, ya que se enclava en un lugar de la ciudad en el que las calles son pequeñas y estrechas. El motivo, poder albergar el principal edificio de Toulouse, el Capitolio, que es utilizado como Ayuntamiento y también como Teatro. Abarcar toda su fachada en una sola foto es casi imposible y es tan bello su frontal como su interior.


En la Plaza se instalan mercadillos y hay actividades al aire libre en verano. La Plaza del Capitolio tiene su reverso. A su espalda está la Plaza Challes de Gaulle, en la que se ubica la oficina de turismo. Esa oficina está ahora en el “Donjon du Capitole” o Torre Mayor, una construcción en su día usada como mazmorra y que es la más antigua de cuantas componen el Ayuntamiento.


A partir de aquí lo mejor que podemos hacer es dirigirnos al río y pasear por las callejuelas con más historia de Toulouse. Sólo tendremos que desviarnos al norte para descubrir la Basílica de Saint-Sernin y un poquito al sur, no mucho, para encontrar la Catedral de Saint-Étienne. Si tenéis que elegir, os recomendamos la Basílica, mucho más espectacular. Ambas merecen la pena, pero la sensación que nos quedó es que la ciudad se disfruta en el paseo, más allá de edificios concretos. Al salir de la Plaza del Ayuntamiento, nuestra recomendación es descender por la Rue Saint-Rome y luego la imperdible Rue des Changes, aunque hay otras callejuelas que se van cruzando que también son muy bonitas, así que no está mal perderse por el camino. Toda esta zona está llena de antiguos palacetes, herencia de una intensa actividad comercial hace más de cinco siglos. Muchas de estas torres y palacetes, como el actual Museo del Viejo Toulouse, son fácilmente visibles, pero no destacan en exceso. Aún así constituyen auténticas joyas.


El centro concentra multitud de iglesias (hay casi 100) y museos, casi todos muy recomendables. Tampoco es mala idea abandonar la Plaza del Ayuntamiento por el norte y dirigirnos al río a través de la Rue Romiguières hasta llegar al Convento de los Jacobinos y su impresionante interior, otro de los indispensables para visitar. Podríamos hacer muchas más, pero nuestra última parada antes de llegar al río, en realidad ya en su orilla, es la de la Basílica de la Dorada de Toulouse, o iglesia de la Daurada, una mole cuya fachada llama la atención por los arcos de la entrada. En su interior está la imagen de una Virgen negra que recibe una gran devoción.


Si el casco histórico de Toulouse es bonito, la auténtica dimensión de la ciudad la entendemos al llegar al río. El Garona, fuente de riqueza durante mucho tiempo, ha ordenado desde siempre la vida de los habitantes de la ciudad. En pleno centro Toulouse cuenta con un par de islas creadas por los caprichos del río con un tamaño más que considerable (una de ellas alberga, por ejemplo el estadio de fútbol de la ciudad). También hay varios puentes que conectan ambas orillas. Uno de los más retratados es el Pont Neuf o Puente Nuevo.


También se pueden citar los cercanos de Saint Pierre y Saint Michel. La relación entre la región y el agua es muy antigua. Hay que recordar que a muy pocos kilómetros discurre el artificial Canal du Midi que llega hasta el mediterráneo o el Canal del Garona, que une fluvialmente Toulouse y Burdeos, unas faraónicas obras artificiales que hoy nos dejan muchos ratos de ocio. Recuerda que parte del Canal du Midi es navegable. Nosotros alquilamos un barco y nos dimos una pequeña vuelta, toda una experiencia que ya te contamos en este post. Las vistas al río en el atardecer son sensacionales y mirar desde allí a la ciudad tampoco está nada mal.


A todo esto añadiremos que Toulouse es una ciudad magníficamente iluminada, por lo que el paseo nocturno es también muy recomendable. Y fuera de la ciudad hay mucho más. Toulouse es sede de la compañía Airbus, todo un chollo para los amantes de la aviación, ya que se puede contratar una visita guiada a sus instalaciones (están al oeste a unos 20 minutos en coche del centro). También está la Ciudad del Espacio, un parque temático que hará las delicias de muchos (al este del centro a unos 15 minutos en coche). Para que no te quedes con ganas y puedas planificar mejor tu visita, aquí te dejamos algunos enlaces que pueden serte muy útiles. Destaca la página de turismo de Toulouse, en un perfecto castellano y que te va a dar muchas ideas.











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