Una tarde en Munich

Siempre habrá quien piense lo contrario, pero partamos del hecho de que Munich es una gran ciudad, la tercera de Alemania, con mucho que ver y visitar y prácticamente imposible de abarcar en apenas unas horas. Pero pongámonos también en la situación de que nuestro viaje nos encaja así y el tiempo que tenemos es el que hay, lo que nos obliga a elegir. Alemania y los países que la rodean son así, tienen tanto que ver que las visitas acaban siendo express. Descartemos visitar el Oktoberfest, lo cual sería nuestra perdición (en cuanto a tiempo y probablemente en más cosas) y descartemos también ir a ver un partido del Bayern para conocer el moderno Alianz Arena que nos desviaría bastante de otras cosas. Este es el resultado de un paso fugaz, pero aprovechado por la capital bávara.

Lo primero que tenemos que decir es que Munich es muy accesible desde España. Siempre podéis plantear una escapada de fin de semana, porque hay vuelos directos desde casi 15 ciudades españolas y varias low-cost viajan también a otros aeropuertos cercanos, así que no hay excusa. Un buen alojamiento en una zona céntrica estará cercano a la estación de tren, la Haupbahnhof. Moverse a pie desde ahí es fácil y eso se agradece en una ciudad grande. Si no es el caso, el metro siempre puede ayudaros. Comenzaremos nuestro recorrido por un lugar emblemático, la Karlsplatz, una plaza siempre concurrida que cuenta con la puerta Karlstor, recuerdo de la muralla medieval a través de la que podemos entrar al centro histórico. Tiene una gran fuente y el imponente Palacio de Justicia enfrente.


Tras pasar por el arco de entrada enfilamos una gran calle comercial siempre llena de vida en la que podemos encontrar todo tipo de tiendas en medio de un gran ambiente. Es la Neuhauser Strasse en la que no podrás parar de mirar a un lado y a otro. Reconozcamos que la arquitectura está muy pensada y hace el trayecto amigable.


Justo antes de ese centro comercial nos encontramos con la iglesia de San Miguel. Si seguís nuestra ruta queda a la izquierda. Su fachada es preciosa y su interior también merece la pena. Está abierta al público, así que la podéis visitar. Es un templo jesuita renacentista construido en el siglo XVI.


Muy cerca de allí, a apenas unos pasos, se encuentra la catedral de Nuestra Señora. El edificio es sencillamente enorme. Cuenta con dos icónicas torres y al parecer hay una ley que impide construir nada más alto en el casco antiguo, con lo que realza todavía más. Eso sí, las calles son estrechas, como norma general, así que cuesta encontrar un lugar desde el que tener una buena perspectiva desde cerca. La parte buena es que las torres son visibles desde muchos lugares, pero para la foto ideal es difícil. Planea la visita con tiempo. La torre sur se puede visitar y ofrece geniales perspectivas. Y sí, reconozcamos que en nuestra visita una de las torres estaba totalmente envuelta en preciosos andamios. Muy decorativo…


De todas maneras en nuestra opinión que es sólo eso, una opinión, lo más llamativo está por llegar. Se produce cuando hacemos nuestra entrada en la Marienplatz, la plaza en la que se encuentra el Ayuntamiento. Junto a la Catedral es, sin duda, la imagen más impactante de Munich. El nuevo ayuntamiento tiene ya más de 100 años de historia, es de estilo gótico y su fachada irregular invita a vivir en una plaza que, como otros muchos lugares de Munich suele estar repleta de turistas, músicos o simples ciudadanos que acuden a su llamada.


Hay que decir además que por la puerta principal se puede acceder a un bonito patio interior en el que podremos seguir apreciando el recargado estilo gótico del edificio. La fachada en total ocupa más de 100 metros de largo. Recorriéndola encontraréis también la oficina de turismo.


Pero la Marienplatz es mucho más que el Ayuntamiento. En el centro de la plaza tenemos un gran obelisco, la columna de Santa María, erigida en el siglo XVII para celebrar el fin de la invasión sueca. Cuatro ángeles que representan las amenazas que tenía Munich en la época coronan a la Virgen María. Al fondo está el antiguo Ayuntamiento de la ciudad, del siglo XV, que conserva su encanto medieval con fantásticos techos de madera.


La iglesia de San Pedro, el popular carrillón de la plaza… lo cierto es que la Marienplatz concentra en poco espacio muchas de las visitas importantes de Munich. Recomendamos un paseo (lo más tranquilo posible) por sus alrededores porque seguramente le podremos sacar bastante jugo a la cámara de fotos.


A la espalda de la plaza está otra plaza con un gran parque, Marienhof, de arquitectura más que destacable y no podéis perderos la típica gastronomía germana con sus patatas y salchichas elevadas a la categoría de arte. Hay un auténtico templo, el Hofbrauhaus, un enorme local con música en vivo, bancos, cerveza, salchichas, pretzels y todo lo que podáis imaginar. Está muy cerca del antiguo ayuntamiento y no os vais a arrepentir.

En nuestro caso Munich sólo dio para unas horas y cuando lo sabes se aprovechan bastante porque ya veis que la capital bávara da para mucho.

Ojalá os hayamos ayudado a decidiros. Por si necesitáis seguir planificando la visita, aquí os dejamos algunos enlaces que quizá os sean de utilidad:





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