Bienvenidos a la quintaesencia del romanticismo, montar
en una góndola en Venecia y con todos los añadidos, incluyendo el canto del
gondolero. Ningún lugar como Venecia ha sabido sacar tanto partido a algo que
era un medio de transporte hace muchos años y que ahora se ha convertido en uno
de los principales reclamos turísticos de la ciudad. Y decimos uno de los
principales porque a Venecia la asociamos con las góndolas al momento, pero sus
atractivos son tantos y tan enormes que si te decides a ir, lo normal es que
sea por un conjunto de cosas más que por una en concreto. Eso sí, hacer turismo
aquí sin que te pique el gusanillo de la góndola es complicado. Por eso este
post lo vamos a dedicar exclusivamente a contarte cómo fue nuestra experiencia
a bordo.
Venecia es una ciudad única en el mundo, ya que fue
construida sobre un archipiélago de casi 120 islas. Su mera existencia es casi
un milagro a causa de las inundaciones. En primavera y en otoño la marea alta
llega a inundar la Plaza de San Marcos, e incluso se ha puesto en marcha un
enorme proyecto de construcción de diques para garantizar que en el futuro las
crecidas e inundaciones no afecten a un casco histórico que es Patrimonio de la
Humanidad. Es precisamente su gran problema lo que confiere a Venecia su
particularidad, ya que es una isla surcada por canales a la que sólo se puede
llegar a través de algún puente o en barco. Y desde hace muchos años los
gondoleros conocen cada rincón de esos canales.
Disfrutar de un paseo en góndola es muy fácil para los
turistas y también tiene sus trucos. Pequeños puertos preparados para zarpar
hay en muchos lugares y normalmente también se puede abordar una góndola en
alguno de los numerosos canales. Lo primero que hay que decir es que hay
gondoleros oficiales y otros “piratas”, que en el fondo es como no decir nada
porque es casi imposible diferenciarlos; todos llevan el clásico jersey a
rayas. También hay que saber que hay tarifas oficiales que arrancan en 80
euros, pero esto también puede ser papel mojado porque lo normal es que haya
que negociar con nuestro gondolero. De hecho algo de regateo tampoco suele
estar mal visto. En nuestro caso íbamos a comprar el pase en lo que parecía una
caseta oficial a la salida de la Plaza de San Marcos, hasta que la labia
italiana nos superó y nuestro gondolero supo cómo engatusarnos, cosa que
intentarán siempre. Lo hizo diciéndonos que la tarifa era similar a la oficial,
que nosotros no conocíamos en ese momento. El paseo resultó caro, pero hay que
tener en cuenta que fue al anochecer y creemos que con todo lo que se puede
incluir.
Lo habitual en la góndola es ir en pareja, pero en estas
embarcaciones pueden entrar hasta seis personas, así que el paseo grupal es
también posible. Los recorridos son más o menos estándar y superan la media
hora. Tienen un precio de día y otro más caro a partir de las siete de la
tarde, aunque merece la pena. Que el gondolero cante también suele tener un
precio, pero qué sería de nuestro paseo sin el canto. En nuestro caso, como ya
hemos dicho, la góndola llegó al anochecer. Era verano y con el calor que hacía
eso se agradeció. También hay que decir que en las zonas más transitadas como
el Gran Canal de día puede haber más tráfico y el paseo puede ser menos
agradable. Realmente asombra la destreza con la que los gondoleros se mueven
por los canales, algunos muy estrechos, con la simple ayuda de un remo que
utilizan para impulsarse. El paso en góndola bajo el puente de Rialto, uno de
los más conocidos de Venecia es simplemente mágico, seguro que no lo olvidarás.
Alejarse de las zonas más turísticas como la propia plaza
de San Marcos es también un truco para encontrar precios algo mejores, pero no
nos engañemos el paseo tiene un precio y lo primero que hay que hacer es estar
dispuesto a pagarlo. Sólo así disfrutaremos realmente del viaje. Nuestro
consejo es que lo tengas claro y te sientes a disfrutar. Por muy turístico que
sea recorrer esos pequeños canales rodeados de edificios históricos es una
sensación única y hacerlo sobre una góndola lo amplifica todo, incluyendo el
romanticismo.
Disfruta del paseo, descubre las terrazas de hoteles y
restaurantes que ofrecen vistas privilegiadas, pasa por debajo de los pequeños
y coquetos puentes que hay por todas partes y déjate llevar. Prepara tu cámara
de fotos, ya que la velocidad es reducida y podrás obtener fotos impagables que
quedarán marcadas en tu retina.
Todos los recorridos combinan tramos en canales pequeños
y románticos y salidas al Gran Canal, por eso te recomendamos que elijas bien
el momento, para que la experiencia aquí sea lo mejor posible. En el Gran Canal
hay multitud de barcos y “vaporettos” a casi todas horas, ya que aquí el
transporte público sólo puede hacerse así porque no llega el coche. Además
también hay que tener en cuenta la comunicación entre Venecia y las pequeñas
islas que la rodean.
Esperamos que disfrutes de tu paseo en góndola. Lo que
aquí te contamos está enteramente basado en experiencias personales. Así fue la
nuestra y esperamos que la tuya también sea gratificante. Para ayudarte te
dejamos la página con las tarifas oficiales. A veces tu precio será diferente,
pero te puede servir para hacerte una idea.
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