¿A quién no le gusta viajar al Caribe? Playas únicas,
arena blanca, temperaturas en torno a 30 grados durante todo el año y complejos
hoteleros que lo tienen todo para pasar una semana sin salir de allí. La oferta
del “todo incluido” es cada vez más importante y pese a que geográficamente no
es una zona muy grande, hay bastante variedad a la hora de escoger. La
República Dominicana, Puerto Rico y las Bahamas son los destinos más conocidos
desde España, pero también está Aruba, Barbados, Curazao, Trinidad y Tobago,
Jamaica, Granada y un montón de pequeñas islitas que os harán olvidaros del
mundo. Hoy os proponemos viajar a uno de los destinos menos conocidos aquí del
trópico. La pequeña isla colombiana de San Andrés. Así fue nuestro “todo
incluido” allí.
San Andrés es la isla más grande del pequeño archipiélago
del mismo nombre. Está a 80 kilómetros de la costa de Nicaragua y a unos 800 de
la de Colombia, pero es territorio colombiano. En los últimos años ha habido
algunas tiranteces por esta cuestión. La casi única manera de llegar es a
través del aeropuerto Internacional Gustavo Rojas Pinilla, una pista al norte
de la isla. Si estás en la playa puedes ver pasar el avión por delante de ti en
la maniobra de aterrizaje y casi tocarlo. Hay varios vuelos con ciudades
colombianas y también con Costa Rica, Guatemala y Panamá. Sin embargo la isla
vive del turismo, una actividad aún moderada, por lo que la mayoría de sus
vuelos no son conexiones regulares, sino vuelos charter que llegan incluso
desde Canadá. Nosotros aterrizamos en uno de TAME desde Ecuador. Una vez que
llegamos, la vida comienza a ir más despacio, el estrés queda en el avión y
empezamos a buscar la playa.
Como en otros destinos caribeños, San Andrés es popular
por sus hoteles “todo incluido”, aunque son los países suramericanos sus
principales clientes, ya que en Europa apenas sí lo conocemos. Al norte de la
isla se localiza el North End, su mayor núcleo de población, construido alrededor
del aeropuerto. En San Andrés hay unos 60.000 habitantes, no todos contentos
con el turismo, ya que han visto como este les robaba espacios comunes. La isla
se autoabastece y es ideal para el relajo. Aún así sus cifras de recepción de
turistas son relativamente modestas, unos 700.000 por año (hay que tener en
cuenta el pequeño tamaño de la isla). Desde el North End se divisa el Islote
Sucre o Johnny Cay, el mayor de los cayos que rodean a la isla.
El archipiélago posee uno de los arrecifes coralinos más
importantes del Caribe, lo que confiere a sus aguas colores muy peculiares, y
lo hace ideal para deportes náuticos y prácticas como el submarinismo o el
esnórquel. Las islas son reserva de la biosfera de la UNESCO. Instalados en la
vida a cámara lenta recomendamos tomarnos con calma sus atardeceres. En la zona
más occidental conocida como “La Piscinita” está el Westview, un sitio en el
que te puedes bañar e incluso hay una cueva. Es ideal para disfrutar del
atardecer.
Probablemente pasaremos nuestros días aquí tumbados en
una hamaca, sólo preocupados de que no se nos acabe la Piña Colada. La isla
ofrece algún atractivo turístico, pero no de especial importancia, incluso algo
artificial. Lo recomendamos sólo si nos interesa romper un rato con el “tedio
playero”. La primera iglesia Bautista de San Andrés es uno de sus edificios más
interesantes. Data de mediados del siglo XIX, está en la zona de la Loma, una
de las más altas de la isla y ofrece vistas muy interesantes del mar y la
barrera coralina.
La madera de su construcción se trajo desde Estados
Unidos. Se puede visitar por dentro, e incluso subir al campanario, aunque para
eso ya hay que pagar. En su interior no esperéis una preciosa catedral clásica.
El tipo de construcción es muy diferente.
Los locales también destacan la visita a la cueva de
Morgan. Y es que aquí el pirata británico Henry Morgan es toda una celebridad.
Surcaba estas aguas allá por el siglo XVII y San Andrés está repleto de
historias y leyendas que le tienen en su centro. De hecho hay una especie de
pequeño parque temático en el que recrean esas historias con réplicas de
cañones, trajes de piratas y barcos, e incluso alguna danza local, todo
bastante modesto.
En el extremo sur está el Hoyo Soplador, una especie de
pequeño géiser con un chorro de agua y aire que brotan a la superficie cuando
las olas chocan contra los túneles subterráneos de los arrecifes. Como no hay
mucho, lo venderán como la octava maravilla del mundo. San Andrés cuenta
también con un interesante jardín botánico y ante el descontento de parte de la
población el gobierno colombiano ha invertido bastante últimamente. Así por
ejemplo ha construido el Spratt Way, un sendero peatonal de unos dos kilómetros
que arranca junto al aeropuerto. Pero San Andrés es, sobre todo, playa y
Caribe. Cuenta con numerosos cayos y se puede recorrer completa en un rato, ya
que tiene una carretera, la 01 que rodea toda la isla.
Llegar a San Andrés desde Europa no es fácil, por lo que
podrías aprovechar algún viaje a América del Sur o Centroamérica para contratar
algún paquete vacacional, que además no te saldrá nada mal de precio. Si
quieres más información sobre la isla, aquí tienes el enlace de la web
turística de Colombia.
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