Imagina, recorrer los canales de Francia,
llevando tu propia embarcación, siendo la capitana de tu barco o la grumetilla,
no importa. Lo importante es la posibilidad de parar donde te apetezca, disfrutar
del paisaje desde el río y llegar a preciosos pueblos o ciudades francesas para
disfrutar de un animado ambiente y de una comida exquisita. No tienes que
preocuparte de hacer y deshacer maletas ni de buscar hoteles, todo lo llevas
contigo. Como una caravana pero en barco ¿A que te suena bien? Te contamos a
continuación nuestra experiencia de navegar en barco por el Canal de Midi,
Francia. Una experiencia divertida y estresante a partes iguales.
El turismo fluvial es un forma más de
viajar y es tan recomendable como otra cualquiera. Yo he tenido la oportunidad
de hacer cruceros fluviales en Egipto y en Rusia y la verdad es que he
disfrutado mucho. Pero aquí se trata de ser tu propia capitana, patrona de
barco o grumete de la embarcación. En esta experiencia, el barco lo llevas tú,
el mantenimiento lo haces tú y el itinerario y las paradas las planeas también
tú.
Desde que nos comentaron que existía esta
opción nos intrigó y llenó de curiosidad. Estábamos deseando probarlo. También
es verdad que nos creaba cierto respeto y nos intimidaba el hecho de no haber
navegado nunca en nuestra vida, no somos marineros ni tenemos el título de
patrón de barco, ni siquiera un curso de iniciación, nada de nada. Pero nos
dijeron que no era necesario. Así que investigamos, buscamos, leímos y
finalmente todo confirmaba que efectivamente no hacía falta tener conocimientos
previos de navegación para llevar este tipo de embarcaciones.
Estábamos estresados por nuestros
respectivos trabajos así que no nos apetecía hacer uno de nuestros típicos
viajes de hacer kilómetros y kilómetros, haciendo y deshaciendo maletas,
moviéndonos de un lado a otro. Queríamos algo tranquilo, muy tranquilo, que nos
permitiera visitar varias ciudades, sin agendas, ni horarios, ni presiones, nada.
Queríamos calma y mucho relax, así que nuestra opción fue esta. Pensamos que
era el momento idóneo para optar por esta opción y aquí te contamos todo, lo
bueno, lo no tan bueno y algunos consejos que a mí me hubieran venido bien
saber antes de viajar.
Entramos en materia. De acuerdo que no es
necesario tener título de patrón de barco pero por si las moscas escogimos un
recorrido breve y fácil. Así, algo para abrir boca. Si la experiencia
funcionaba ya nos veíamos recorriendo Francia, Alemania y Gran Bretaña a través
de sus ríos. Estábamos entusiasmados.
Hay varias empresas que se dedican al
turismo fluvial de este tipo. En otro países como Alemania o Francia es una
opción tan común que las familias repiten año tras año y pudimos comprobarlo en
los puertos donde atracamos con la gente con la que nos íbamos encontrando. Los
puertos están completamente copados con los barcos de este tipo, lo que nos ha
dado una idea de lo que mueve esta clase de turismo. Y es que es una
experiencia, de eso no hay duda.
De todas las empresas, nos decidimos por
Le Boat ¿La razón? Era
la más conocida de todas y salía en más informaciones. Realmente fue una decisión tomada un poco a
la aventura porque no teníamos una referencia directa, sólo lo que habíamos
leído en la red. Una vez decidida la empresa con la que íbamos a reservar el
viaje, lo que quedaba era ver qué barco elegíamos y qué recorrido haríamos. Como
podrás ver en la web, hay barcos de todos los tamaños y precios. No es una
opción barata, sólo si unes los gastos de gasolina, coche y hotel que te
hubieras gastado si haces un viaje más convencional y las ganas de hacer algo
completamente diferente, tal vez pueda compensar. La opción de ir en grupo,
además de facilitar las cosas, hace la experiencia más económica.
Nosotros, que íbamos solo dos personas,
elegimos como embarcación el modelo más pequeño, un “Corvette A” de 11,35
metros, por eso de la maniobrabilidad. El barco tiene dos camarotes, dos baños,
un salón-comedor-cocina y dos puentes de mando, uno interior y otro exterior en
la parte de arriba. Todo más que suficiente para nosotros. Aquí te dejamos el
enlace al modelo de embarcación.
En cuanto al itinerario, puedes elegir
entre Francia, Alemania, Gran Bretaña, Bélgica, Holanda, etc. Nosotros
queríamos algo facilito y cortito como primerizos que éramos. Francia nos gusta
muchísimo así que cualquier lugar era bueno para empezar y de todos los
recorridos que nos apetecían, el Canal de Midi parecía el más valorado y recomendado
para principiantes. Hay cruceros desde 3 días hasta de una semana. Cruceros de ida
y vuelta o solo de ida. Nosotros elegimos el de 3 días, ida y vuelta, de
Trèbes a Homps. Ambos son puertos muy conocidos en el recorrido del Canal de
Midi y son muy animados. Además, al tener la empresa base en esos puertos está
todo preparado para este tipo de turismo. Aquí te dejo el enlace a los atractivos del
Canal de Midi.
Debes contratar y pagar el viaje antes de
tu llegada. Puedes llamar por teléfono y hablar en español con un agente o escribirles. Están preparados para ello. Cuando les escribes te envían la documentación que necesitas
(contrato e información de pago) y ya te esperan a tu llegada. Igual, somos
nosotros pero nos inquietaba no tener el itinerario del barco para poder
organizar nuestras paradas, dónde hacer noche, dónde comer, etc. pero no te dan
esa guía hasta que no estás ya en el barco. Te envían, eso sí, un documento con
información de Trèbes y un manual del capitán para que te vayas habituando al
barco y a su contenido. Puedes contratar algunos extras como limpieza a la
salida, que te llenen la nevera, bicicletas, etc. Nosotros sólo elegimos la
limpieza final y cojines para las sillas exteriores. Tienen una aplicación de móvil bastante útil para ver vídeos de la zona de recorrido y de la usabilidad del barco.
Por una serie de razones, viajábamos en
julio y planificamos el viaje de la siguiente forma. Fuimos en avión desde
Málaga a Toulouse y ahí tomamos un bus (se toma justo frente a la salida del
aeropuerto) que nos llevó hasta la estación de tren de la ciudad. De ahí
tomamos un tren hasta Carcassonne (compramos los billetes previamente por
internet). Al llegar a Carcassonne tuvimos que esperar un buen rato hasta que
llegara un taxi y de ahí a nuestro hotel.
Puedes ver aquí nuestra entrada sobre nuestra visita a Carcassonne, la
preciosa ciudad amurallada.
Al día siguiente hicimos las compras de
avituallamiento típicas. Algo de comida, fruta, bebidas porque ya íbamos
equipados con calzado de goma, bañadores, ropa cómoda, antimosquitos, linterna,
etc. Piensa que es como ir de camping o con una caravana. Ellos te preparan el
barco con lo suficiente pero no está de más que lleves tus propias cosas.
Desde Carcassonne puedes coger un taxi
hasta Trèbes, que es el puerto de salida. El precio del taxi es el que te
indican en la documentación que Le Boat te envía.
Un detalle, el barco se coge a las 4 de
la tarde y debes dejarlo a las 9 de la mañana el día acordado. Es importante
que te organices bien porque si no lo entregas a la hora puedes pagar una
multa. También tienes que tener en cuenta los horarios de las esclusas, cierran
por la noche, por lo que te recomiendan llegar la noche anterior a la mañana en
la que debes dejar el barco. Así lo hicimos nosotros.
A tu llegada, te enseñan el barco y te
explican un poco cómo funciona todo. Además, te dan una clase rápida de cómo
manejar el barco y cómo anudar las sogas o amarras. Y ya está. Ahí te ves solo,
tu pareja y tú llevando un barco por primera vez en vuestra vida. Sí, da tanto
miedo como piensas. El pobre hombre de Le Boat, nos vería con cara de susto y
nos ayudó a pasar las primeras esclusas que te encuentras justo cuando sales de
Trèbes que son triples, es decir, de tres tramos. Nada fácil si vais solo dos
personas.
No vamos a entrar en detalles de nuestro
día a día, porque da para una película cómica y un libro de chistes. Sólo te
comentaré que la primera noche fue idílica. Como, entre una cosa y otra, cuando
salimos de Trèbes eran más de las 18h30 tuvimos el tiempo justo para llegar a
un lugar de atraque antes de que se pusiera el sol. Atracamos detrás de un par
de barcos y aunque yo casi me caigo al agua (no voy a entrar en detalles) la
experiencia nos pareció fácil (ja, qué ilusos).
Sacamos nuestro embutido francés,
nuestros refrescos y nuestros libros y nos dispusimos a disfrutar de la paz del
entorno, del atardecer, de los pájaros, de nosotros….muy agradable, la verdad.
Estábamos encantados con la opción tomada.
Llegó la mañana y con ella el estrés. Vamos
a ver, tienes que maniobrar para entrar a la esclusa junto a otras
embarcaciones, es un espacio pequeño, tú no has manejado un barco en tu vida y
claro necesitas práctica porque el barco tarda, al menos, 2 minutos en
reaccionar a lo que tú haces. Te colocas en tu sitio después de haber chocado
con todos los barcos de alrededor. Tu grumete, o sea yo, debe bajar rápido a
tierra para atar una amarra pasártela a ti, capitán, para que la sostengas
firme, mientras intentas mantener el barco en su sitio, no lo olvides. Tu
grumetillo se va corriendo hacia la otra amarra para mantenerla también firme.
En el proceso de vaciado y llenado de las esclusas, la embarcación necesita
sujetarse en proa y en popa. Si solo sois dos, ya digo que no es fácil. Dicen
que las escluseras o escluseros te echan una mano. No cuentes con ello, sólo
uno, más bien una, nos echó un capote. A veces te ponen mala cara porque les
retrasas el ciclo por tu inexperiencia. También es verdad que la gente de otros
barcos te ayudan, pero cuando ven que tienen que hacerlo en cada una de las
esclusas, como es normal a la tercera te dejan a tu bola….yo no les culpo, qué
quieres que te diga. No es divertido ocuparse de otro barco. Otro problema, si
tu grumetilla no es Popeye y no tiene su fuerza, es normal que no pueda sujetar
el barco tirando ella sola de las amarras, de las dos amarras. Por que claro,
atas una, pongamos que la de proa. Cuando quieres darte cuenta la popa del
barco está en mitad del rio. ¡!!Has atracado en batería!!! Y vienen más barcos
y tienen que pasar!! Tu capitán, hace lo posible por reconducir el barco para
que pueda tirarte la amarra de popa y tú la atas, a un árbol, a un pilón, donde
sea….Pero esa maniobra tampoco es fácil. No te lanza la amarra lo
suficientemente lejos para que alcances a cogerla, o si te llega, no tienes la
fuerza para atraer el barco hacia tierra. Y cuando lo haces te sientes muy
feliz pero es una maniobra que debes repetir cada vez que quieras entrar en una
esclusa si está cerrada porque está ya ocupada (bajando o subiendo) o por que
es la hora de comer. Y hay muchas
esclusas, ya te lo digo de antemano y eso que el tramo elegido era el que menos
tenía. Además, en cuanto abren las esclusas, si hay que subir de nivel de agua,
el grumetillo o grumetilla debe salir corriendo para esperar al capitán o
capitana del barco a que entre en la esclusa. Debe estar arriba ya cuando el
barco entre porque la altura es considerable. El capitán debe lanzarte la
amarra y tú debes cogerla y atarla, coger la siguiente y mantenerla firme.
Cuando el nivel del agua se equilibra, ya subes al barco. Sueltas amarras y
continuas el viaje. Así una y otra vez.
Y ¿qué pasa entre esclusa y esclusa? Pues
mira, es bonito, no te voy a decir que no. Pero a finales de julio hace tanto
calor y el sol quema tanto, sobre todo a mediodía, que es un infiero. No había
ni un insignificante ventilador en el barco (nos dijeron que estaba roto, es la
respuesta que oí a varias peticiones así que no sé si es real o no) ni siquiera a pilas, por lo que no
puedes estar dentro, es un horno. Y arriba da la brisa pero no tienes un toldo
en este modelo de barco, sólo una sombrilla. Así que ahí nos ves a los dos,
sentados frente al timón y yo agarrando la sombrilla. Bajando y subiendo con
agua fresca y untando crema protectora cada poco. Además, debes pasar por
pequeños puentes de piedra, te cruzas con otras embarcaciones y estás atenta/o
a las próximas esclusas sabiendo a lo que te enfrentas. Pues eso, bonito pero
estresante.
Y te ves, toda sucia de coger y tirar las
amarras al agua, a la tierra, etc. Sudando del calor, de correr y del esfuerzo,
viendo a tu pareja agobiado por maniobrar el barco y lanzarte las amarras, con
tus gafas de sol por la nariz y mientras esperas que el barco suba de nivel te
fijas en las otras embarcaciones. Casi todas son de al menos 4 personas, la
mayoría llevan 6. Uno es capitán, dos están en el barco con las amarras, otros
dos en tierra dispuestos a cogerlas y atarlas y uno o una tumbado/a leyendo
impoluto/a, relajado/a. Y piensas qué bien se lo están pasando pero tú te
acuerdas en ese momento de la publicidad de la empresa y de lo que has leído en
la red y te dices a ti misma ¿esto es relajante? Y claro, cuando hablas con la
gente con la que te cruzas en las esclusas, se lo preguntas y se ríen y te
dicen, “sí, es muy relajante y divertido” y nosotros nos miramos y pensamos que
es todo menos divertido. Sólo pensamos
en dejar el barco en Homps, no queríamos volver. Pero claro luego está tu orgullo, tu pundonor
y te dices que debes lograrlo como todos los que están ahí. Además, no devolver
el barco al punto inicial te cuesta 500 euros más. Y al final, después de cenar
muy bien, descansar algo, haces el camino de regreso. Que no disfrutas porque
sólo estás concentrado en llegar a Trèbes de nuevo y soltar el maldito barco.
Llegamos, a tiempo de evitar que nos
cayera una tormenta y a tiempo de encontrar un buen sitio para atracar. Nos
duchamos felices y salimos a cenar. Y debo decirte que fue una de las mejores
cenas de mi vida. No sólo porque nos sentíamos orgullosos de haber terminado
decentemente la aventura, de saber que a pesar del estrés y de los agobios
estábamos ahí los dos apoyándonos y reconfortándonos. Es que, además, los
platos estaban buenísimos. Yo no podía moverme de las agujetas y estábamos tan
cansados que nos quedamos dormidos muy pronto, pero felices.
Al día siguiente nos fuimos en taxi hasta
la estación de tren de Carcassonne, de ahí a Toulouse donde disfrutamos de un
día más de vacaciones. Pero eso te lo contamos en otro post.
Nosotros hemos hablado mucho de este
viaje porque fue duro y aunque ahora nos reímos muchísimo cuando lo recordamos
en el momento no fue nada divertido. Las razones: estábamos estresados con el
trabajo y buscábamos algo muy tranquilo. Si hubiéramos ido en otro momento,
buscando aventura y actividad, nos hubiera gustado mucho más. Así que ten en
cuenta tu estado de ánimo antes de iniciar un viaje de estas características.
Luego, somos los dos demasiado responsables, no nos gusta nada molestar a la
gente y menos retrasarlas por nuestra culpa así que esa actitud te estresa más.
Ve relajado y tranquilo. Si no puedes con algo, pide ayuda. Y piensa que hay más
de una persona principiante entre los barcos que te cruzas. No lo parece cuando
hablas con ellos/as pero digo yo que habrá….
Y después de hablarlo nos hemos
preguntado ¿repetiríamos? Y nuestra respuesta es sí, sin dudarlo. Con otra
pareja o en grupo y en una embarcación más preparada, con aire acondicionado y
si el presupuesto alcanzara con un joystick que te agiliza muchísimo la
maniobrabilidad del barco al permitirte mover lateralmente la embarcación.
Sólo me queda darte algunos consejos por
si pudieran venirte bien:
- Embarcación: paga algo más por tener opción a aire acondicionado. Es una locura ir sin él en verano. Y si tiene toldo en la parte del puente mejor. Es imposible cruzar el canal sin sombra, hay pocos tramos cubiertos con árboles.
- Navegación: si es tu primera vez, ve con otra pareja o más personas. Las tareas son mucho más agradables y fáciles de realizar y así podrás disfrutar del viaje y del recorrido. Creo que como mínimo deben ir 4 personas. Cuando ya te hagas un experto puedes disfrutar de la experiencia a solas con la pareja o con los hijos. Nosotros envidiábamos a los niños que hacían todas las tareas como si no supusieran ningún esfuerzo.
- Cuándo ir: Como siempre es más recomendable no ir en temporada alta. Nosotros teníamos esa fecha, pero las mejores opciones serían junio o septiembre. El clima es más agradable, los puertos y los pueblos están menos concurridos así como los restaurantes y las tiendas.
- Recorrido: creo que la mejor opción es sólo de ida. Te permite disfrutar más del recorrido, ves más cosas y más lugares. Si no, debes ir y volver y estás viendo lo mismo. En cuanto a los pueblos intermedios, los atraques solo son céntricos en los grandes pueblos como Trébes o Homps. En las localidades intermedias atracas a las afueras. Tenlo en cuenta si quieres visitarlo, si necesitas comprar o lo que sea.
- Utilería: lleva toallas, algún trapo de cocina, cerillas de más y linterna. Crema protectora y antimosquito, gel y champú. Papel higiénico te ponen ellos pero no está de más que lleves por si acaso.
Esperamos que te haya sido útil toda esta
información y toma nuestra experiencia como lo que es, solo y exclusivamente
nuestra experiencia. Allí encontramos una pareja española que había ido sola y
había disfrutado muchísimo. Solo ve preparado/a.
Me encantaría que logremos conocer Riquewihr, ya que gracias a ello expandiremos nuestro sentido de cultura y amor para todos.
ResponderEliminarHola Analove. Nosotros tampoco hemos podido visitar Riquewihr todavía, lo tenemos en la lista de pendientes. Esperemos que llegue pronto. Un saludo
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