Es cierto, viajando no tenemos una debilidad, tenemos
muchísimas. Todas unidas componen nuestra pasión por descubrir lugares y
explican por qué nos encanta esto de movernos. Como ya habréis comprobado por
nuestras escapadas por Florida visitando Disneyworld y Universal Studios, una
de ellas son los parques de atracciones o temáticos. Hay a quien todo le parece
igual, claro que si todo es así, no nos importaría vivir en ese mundo de
fantasía constante. Pero el caso es que no todo es igual, porque parques hay
muchos, de temáticas y atracciones muy distintas y dirigidos a todo tipo de
públicos. Hoy os vamos a hablar de una parada inesperada en nuestro camino por
Alemania. Fue allí dónde nos topamos con Legoland, un lugar estupendo en el que
no te puedes olvidar a los niños si los tienes, pero al que también le puedes
sacar mucho jugo siendo adulto.
Legoland Alemania está situado en la ciudad sureña de
Günzburg, a 125 kilómetros de Munich, 55 de Augsburgo y sólo 35 de la histórica
ciudad de Ulm. Desde España, como desde otros muchos lugares del continente se
comercializan paquetes con entradas y alojamiento, ya que hay muchos hoteles en
los que os podéis quedar con los niños. El parque se puede ver en un día, pero
si quereis exprimirlo completamente y tomarlo con calma, dos no son mala idea.
De hecho nuestro primer consejo es que no infravaloreis su
tamaño. Tiene más de 40 hectáreas y mucho con lo que disfrutar. En nuestro caso
sólo estuvimos un día. Esa mañana salíamos de Munich hacia Baden-Baden y como
era nuestra última jornada buscábamos algo que visitar para pasar el día y que
estuviese en el camino de vuelta. Ulm fue nuestro primer objetivo, pero cuando
vimos el desvío en la carretera A8 hacia Legoland no lo dudamos.
Aparcar es fácil, aunque puede quedar distante si hay
mucho público. Con la compra de entradas puede pasar lo mismo. Supongo que
nosotros tuvimos mucha suerte. Estábamos a principios de septiembre y no nos
costó nada llegar y entrar. Había gente, pero lo cierto es que no estaba muy
masificado y el día era espectacular. Si estáis de camino podéis probar suerte
como hicimos nosotros. Si vais específicamente al parque, mejor prepararlo un
poco.
Legoland es un parque de atracciones cómo otro cualquiera
en muchos aspectos. Se puede pagar un extra para acceder más rápido a las
atracciones, que son muchas, hay varias zonas diferenciadas y por supuesto está
repleto de restaurantes y lugares de ocio. Está enfocado a niños y por supuesto
su propuesta de ocio da la bienvenida también a los mayores, pero en las
atracciones mecánicas no encontraréis tanta adrenalina como en otros lugares.
Eso sí, hay alguna montaña rusa que no está nada mal.
Llegar y montar en todo está muy bien, pero, ¿qué tal
conocer primero el parque? Abajo os dejamos el enlace a la web en la que
encontraréis todo lo que necesitáis, pero si aceptáis sugerencias, os haremos
una; empezad con el recorrido por el tren. Además de ser muy mono os
proporcionará un mapa global del sitio.
Faltaría más que estuvieseis en Legoland y no pudieseis
comprar Lego. La mayoría de las tiendas están en la entrada, así que las veréis
también cuando vayáis a marcharos. Las atracciones salpican todo el parque y
volverán locos a los pequeños. El interior parece un milagro porque
prácticamente todo está hecho de Lego. Nosotros no podíamos parar de pensar el
trabajo enorme que supondría hacer eso y lo bonito que es el resultado. Hay
muchísimas referencias a películas y Starwars se lleva la palma.
La tierra de los Piratas, la de los Faraones, la pequeña
Asia… Como todo buen parque temático vuestras visitas serán auténticas
experiencias, ya que el parque está en constante renovación e incorpora
novedades todos los años. Describir una a una las atracciones es inútil y
supone un spoiler innecesario, pero de verdad que hay de todo. La belleza está
en los detalles y estos se cuidan al máximo. Ver por dentro un estadio de
fútbol de Lego (el del Bayern Munich claro, que hay que barrer para casa) en el
que incluso se ven las bengalas o un aeropuerto con su terminal y sus aviones,
es espectacular. Si ya no somos niños, volveremos a serlo.
A nosotros, que lamentablemente ya tenemos una edad, la
zona que más nos impactó fue Miniland en la que podemos ver, entre otras muchas
cosas, representaciones de ciudades del mundo hechas con Lego con un tamaño
monstruoso.
Ver Venecia, Berlín o la réplica del castillo deNeuschwanstein del que ya os hablamos, y tantísimas ciudades del mundo con ese
nivel de detalle supone algo extraordinario. Al final acabas disfrutando de un
paseo apacible y con unas vistas geniales en las que no encuentras nada que
chirríe.
Y antes de acabar, un par de datos esenciales. El parque
abre a las diez de la mañana y cierra en función de la época del año y del día
que sea. Los días más fuertes del verano abre hasta las diez de la noche y los
más flojos del otoño y la primavera sólo hasta las seis. Y no está abierto todo
el año. Las bajas temperaturas del invierno lo imposibilitan, así que sólo podéis
visitarlo desde mediados de marzo y hasta principios de noviembre. Y en cuanto
al precio, pues varía según si vais solos o en familia, con cuanta antelación
lo compréis… un montón de factores, pero puede costar entre 28 y 42 euros a
través de la web, a los que hay que sumar otros 6 euros por el parking y más
por el pase “express” si es que lo queréis. Si vais a ir más de una vez en un
año también hay pases anuales, así que mirad primero qué es lo que más os
interesa.
Ojalá la visita sea de vuestro gusto, a nosotros nos
encantó. La única lastima fue el brutal atasco que encontramos después, en
nuestro camino a Baden Baden, porque sí, eso en Alemania también pasa. Abajo os
dejamos el enlace a la web de Legoland.
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