Estar unos días en Bogotá para empaparse de la cultura
colombiana resulta un ejercicio muy gratificante. Ya os contamos algunas de lasvisitas obligadas en esta urbe hiperpoblada que acoge muy bien al visitante. La
cuna de Botero se asoma al mundo y explota sus riquezas a través de La
Candelaria o el Monserrate. Sin embargo si el tiempo llega, tampoco está mal
salir de la ciudad para entrar en contacto con la otra cara de Colombia, la más
rural, la de un país atravesado por los Andes, que se baña en dos oceános y que
cuenta con una vastísima superficie selvática. Ese verde del paisaje también
nos atrapará y hoy os proponemos un par de excursiones muy cercanas a Bogotá,
pero que parecen estar a millones de kilómetros. A nosotros nos encantó conocer
la Catedral de Sal de Zipaquirá y el restaurante Andrés Carne de Res, que nos
dejó uno de nuestros recuerdos más imborrables. Así que si queréis saber qué
visitar en los alrededores de Bogotá, acompañadnos.
Lo primero que tenemos que decir es que la seguridad en
Colombia ha mejorado mucho. Atrás quedan esos tiempos en los que las tensiones
entre Gobierno y FARC suponían un problema para el turismo. Para visitar zonas
más remotas tendremos que tomar simplemente las precauciones habituales de
cualquier viaje. En nuestra jornada nos detendremos en las localidades de
Zipaquirá y Chía. Ambas son accesibles en tren y están muy cerca, en el anexo
departamento de Cundinamarca, pero nuestra recomendación es que en el hotel se
pongan en contacto con algún taxista de confianza. Os acompañará a modo de guía
turístico y aunque puede resultar algo más caro, se compensa con creces. Eso
sí, debéis saber que las autopistas que circunvalan la ciudad de Bogotá
registran un tráfico muy intenso, por lo que el atasco está casi asegurado.
Paciencia.
LA CATEDRAL DE SAL
Apenas hay 40 kilómetros desde el centro de Bogotá hasta
la Catedral de Sal. Uno de los atractivos más curiosos del país ha sido
considerado también su principal maravilla e incluso propuesta para las nuevas
siete maravillas del mundo moderno. El nombre que recibe explica perfectamente
lo que tenemos delante y cabe considerar la grandeza de la obra. En la villa de
Zipaquirá, como no puede ser de otra manera famosa por su riqueza salina, se
encuentra esta colección de espacios y esculturas que simbolizan la fe de los
mineros.
La entrada cuesta 55.000 pesos colombianos, que vienen a
ser poco más de 16 euros con el cambio actual. Aquí hay sal desde hace más de
200 millones de años y desde hace un par de siglos el hombre la extrae. Una
tarea que nunca ha sido fácil. Tal es el riesgo que la fe siempre ha sido una
ayuda. Una fe tan grande que los ingenieros de la obra idearon la construcción
de una capilla subterránea. Poco a poco los socavones se fueron llenando de
imágenes religiosas y la construcción de una catedral bajo tierra cobró forma.
En 1954 la Catedral fue inaugurada. Cumplía con todos los
preceptos e incluía las estaciones del viacrucis y un fantástico altar amen de
diferentes estancias. Alcanzar la fama era cuestión de tiempo, y vistas sus
características, de no mucho tiempo. Y así sucedió. Con su majestuoso aspecto y
unos interesantes juegos de luces, comenzó a atraer a muchos visitantes. Sin
embargo en 1992 la Catedral original fue cerrada por problemas estructurales.
Un año antes se había iniciado la construcción de otra Catedral, que es la que
visitamos en la actualidad y que transcurre unos 60 metros por debajo de la
original. Todas las visitas se realizan acompañados por guías. En el angosto
túnel iremos descubriendo las diferentes estaciones del viacrucis que cuentan
con esculturas talladas en roca de sal con la dificultad que ello conlleva,
nade de acero o cemento.
Por si fuera poco la Catedral cuenta con su propia
Cúpula, una nave central con el Altar Mayor en el que divisamos la gigantesca
cruz de 16 metros de altura, un comulgatorio y al fondo la escultura “La
creación del hombre”, un homenaje a Miguel Ángel tallado en mármol.
La visita completa dura en torno a una hora y es para no
perderse ni un detalle. Al final también hay una proyección en 3D.
Si no os mostramos más fotos es porque unimos por error dos factores que no
suelen llevarse bien; oscuridad y un equipo fotográfico no preparado para eso.
La Catedral se ha convertido con el tiempo en un icono de Colombia. Los túneles
y galerías suponen la visita más deseada, pero a su alrededor también hay
muchas actividades de las que disfrutar. De hecho se ha creado el llamado
“Parque de la Sal”, que incluye también un área de bosques y senderos
ecológicos, el Museo de la Salmuera, así como numerosas actividades pensadas
para grandes y pequeños.
Y ya de paso no os olvidéis de la villa que acoge a la
Catedral, Zipaquirá. Desde lo alto tendréis privilegiadas vistas de este
enclave histórico de enorme riqueza paisajística.
ANDRÉS CARNE DE
RES
“Todas nuestras mesas tienen vistas al mar”. El reclamo,
adecuado en cualquier villa costera, se convierte en llamativo y premonitorio
de lo que vamos a encontrar en esta oda a la imaginación que ha cobrado forma
de restaurante. Funciona como llamativo reclamo y no para de sonar en nuestra
cabeza. Enclavado en la localidad de Chía, a cientos de kilómetros de la playa
más cercana, “Andrés carne de res” es una leyenda, no ya sólo colombiana, sino
mundial. Quizá no nos creáis, pero más allá del país, este fue nuestro
principal reclamo para viajar a Colombia; un restaurante.
Cerca de 40 años de historia adornan a un local en una
zona modesta que sin embargo cada noche recibe literalmente a miles de
visitantes. Una decoración abigarrada en la que no puedes parar de fijarte en
cada detalle, una cuidada estética, porque aquí pese a la apariencia caótica,
nada es casual, y una invitación a librarnos de nuestras penas que acaba en
música y baile a diario componen este coctel diferente del que todos deberían
poder disfrutar al menos una vez antes de morir. Y sí, comida también hay. De hecho
está muy buena ya que el restaurante suele figurar entre los 50 mejores de toda
Sudamérica, pero cuesta sobresalir cuando nuestra mente, a priori dispuesta a
comer, de repente se ha trasladado a otro sitio. No faltan las bandas de
cumpleaños imaginarios, las canciones de grupos de animación, las facturas con
forma de cofre del tesoro…
La expansión parecía un paso obligado, pero se ha hecho
con sumo cuidado. Solo hay otro “Andrés Carne de Res” en Bogotá capital, por lo
que hay que viajar a Colombia para poder vivirlo en primera persona.
Prominentes políticos, parejas enamoradas, familias… todos pueden coincidir en
un día que seguramente tardarán en olvidar. No te olvides de hacer la reserva,
porque pese a que el tamaño de esta nave en medio del campo es monstruoso, no
es ni mucho menos raro encontrarla llena.
Nosotros no nos perderíamos por nada del mundo estos dos
lugares que nos parecen obligados. Si necesitáis más información no dudéis en
escribirnos y os ayudaremos en lo que podamos. También os dejamos algunos
enlaces que pueden resultaros muy útiles.
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